domingo, 25 de marzo de 2007

no vas a tener casa en la puta vida


Plaza del Sol, 5 de la tarde de un caluroso sábado de Marzo.
El corazón de Madrid palpita lleno de vida, y de voces que resuenan entre las calles atestadas y en cada esquina: otra manifestación por la vivienda digna.
Miles de personas, en su mayoría gente joven, corean pegadizos eslóganes, se dejan arrastrar por la emoción de reivindicar lo que es justo. Carteles hechos con esmero, pegatinas con ingeniosas puyas, hasta una puesta en escena divertida y original de unos presos encadenados a un ladrillo gigante.
Todo es poco para denunciar la insoportable situación de la vivienda en este país, que camina inexorablemente por la senda del desastre económico, por lo menos en el sector inmobiliario.
Hemos tardado tiempo en reaccionar, pero por fin lo hemos hecho, y lo que nació como una protesta espontánea y algo tímida de de cuatro amigos inquietos, se ha transformado hoy en un importante fenómeno social que abarca a un cada vez más amplio espectro de gente. Estudiantes, padres de familia, jubilados, todos unidos gritando a pleno pulmón, porque esto que está pasando con la vivienda es ciertamente un problema de todos.
Hipotecas a 50 años, el euríbor que no para de subir, inflación exagerada en el sector de la vivienda que no se corresponde con un aumento real, ni del coste de la vida, ni de por supuesto los salarios de los trabajadores.
Algo está pasando.
Es una enfermedad, y tiene un nombre ya habitual en nuestro vocabulario: especulación. Y es una enfermedad muy peligrosa.
Los españoles se han dado cuenta (siguiendo el ejemplo de Estados Unidos), que la vivienda en este país es la gallina de los huevos de oro. Como dice Pablo García, director general de una red de agencias inmobiliarias, "Éste es un país en el que a la gente no le gusta invertir en cosas productivas. Hoy la gente se dedica a comprar pisos, a veces sin entrada, para revenderlos, alquiarlos, rehipotecarlos o pedir crédito sobre ellos".
Esta enfermedad infecciosa y malsana ha llevado a los oligopolistas del sector inmobilario a construir viviendas a un ritmo demencial, absurdo: para el año 2007 se prevé la construcción de 800 000 viviendas (la tercera parte de las cuales se venderá como inversión), más que en Estados Unidos, un país con una población 7 veces superior. Dato curioso: actualemente España cuenta con unos dos millones de viviendas vacías. (casas sin gente, gente sin casa, ¿qué coño pasa?)
Este exceso de oferta, según las leyes de la oferta y la demanda, debería empujar hacia abajo el coste de la vivienda.
Y sin embargo, ocurre exactamente al contrario. Pese a que la demanda se mantiene estable en términos medios, cuanto más se amplia el parque de las viviendas sin habitar, cuantas más viviendas se construyen, más aumenta su precio.
Inflación irreal, artificial.
En realidad, la esencia del problema obedece a una lógica aplastante y demoledora.
-Me voy a comprar un piso en León-me dice un amigo de Barcelona.
-¿te vas a ir a vivir a León?
-No, sólo lo voy a comprar como inversión. En 5 años lo vendo y me saco unos cuantos millones.
Ay, el problema va a llegar cuando la gente se dé cuenta de que esa cadena de compra-venta no se puede prolongar hasta el infinito. Y cuando ese día llegue, ya veremos lo que pasa.
Uno de los principales problemas de esta sobrealoración en el sector inmobiliario, es que, al igual que pasó en Estados Unidos en el año 1929, la Banca esta demasiado implicada y se podría ver arrastrada por la corriente de un crack en este sector.
Cerca del 33% de su cartera está aplicada en crédtos hipotecarios individuales. Si a ello le sumamos el crédito a las constructoras y a las promotras, la tasa de concentración del sector supera el 60%. Y esto no es sano.
El ladrillo es tan rentable en este país, que los promotores inmobiliarios no tienen ningún problema a la hora de conseguir crédito para construir, mientras empresarios de sectores industriales o de servicios se vuelven locos para lograr financiación para sus proyectos.
Una situación desmadrada que comenzó cuando algún listillo con olfato para los negocios fue a la costa y adivió dinero en el aire. El boom inmobiliario comenzó en los 80, y hoy en día, a penas 20 años despues, casi nos queda ni un trozo de playa sin edificar. Se descubrió que construir es, sencillamente, una mina de oro (una mina de oro tan ficticia como improductiva).
Y bueno, la historia de siempre: 4 mafiosos que cada vez se hacen más ricos, que problablemente ya no saben qué hacer con tanto dinero y tantas casas en la playa, mientras la gente normal languidece bajo el yugo de hipotecas axfisiantes y sueldos miserables, sin poder, ni por asomo, soñar con irse de casa antes de los 30.

Pero bueno, no todo son malas noticias. Esta fantástica gente de la Plataforma por la Vivienda Digna ha comenzado a engendrar una semilla de conciencia en el corazón de todos los que algún día aspiramos a tener nuestro propio hogar, para intentar luchar, presionar, o por lo menos hacernos oír y molestar a esos cuatro ricachones en sus sofás de cuero.
Porque, la vivienda es un derecho, no un negocio.
Todas las reivindicaciones y propuestas de la plataforma en http://vdevivienda.net

1 comentario:

Alberto Mateos dijo...

Mira este artículo, es buenísimo, lo he sacado del blog de Achutegui:

http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/3157