jueves, 20 de septiembre de 2007

whenever I'm down...

...I call on you, my friend.

(y qué razón lleva la cantante).

No sé ni cómo ni dónde ni cuándo descubrí este video, pero desde luego tiene la virtud de acelararme el corazón cada vez que lo veo, de hacerme sonreír, de llenarme la cabeza de los mejores recuerdos que se puede tener:
tardes de playa, noches de locuras, mañanas de resaca entre risas y aspirina efervescente...

Dentro de poquito se va una de esas personas con las que he compartido alguno de los mejores momentos de mi vida, aunque afortundamente otras muchas se quedan. Y no hace falta que diga quiénes sois porque vosotras lo sabéis...

Yo también tengo la suerte de poder llamar a alguna amiga cuando estoy deprimida...(y de echar desesperadamente de menos ciertos momentos cuando lucho contra la locura, encerrada en la biblioteca).
Espero que os guste el video ;)

lunes, 10 de septiembre de 2007

quien fuera...

No sé por qué de repente me he acordado de esta canción, no sé por qué me he puesto a pensar en este trovador (que no cantante) cuando lo que debería estar haciendo es estudiar macroeconomía.
Será porque esta canción, de suaves cadencias e interminables acordes de guitarra española, es uno de los pocos recuerdos que tengo grabados a fuego en algún rincón del caos de mi memoria. Un recuerdo que huele a cerveza, a tabaco de mala calidad y al incienso del cuarto de mi padre en ciertas tardes (en esas pocas tardes) en que realmente nos comprendíamos uno a otro como si fuéramos (aunque realmente lo somos) padre e hija.
Me decía, con los ojos empañados y la voz algo ebria de emoción y cerveza de lata: Mira Jimena, mira lo que dice, mira qué bonito es: estoy buscando una palabra en el umbral de tu misterio...
quién fuera McCartney para poder inventar una melodía y así poder nombrarte?
¿No es precioso?

Y así se nos iban las horas, investigando en los versos de aquellos poetas que por entonces llenaban de discos de vinilo los estantes abarrotados del cuartito de mi padre.
Y se fueron esas horas en las que mi padre me enseño a buscar la belleza en cualquier sitio, en cualquier situación, y ya se fueron esas horas en las que aprendí que la perfección más absoluta puede hallarse a unos pocos metros de mi habitación.