peregrinaciones de una paria

sábado, 17 de noviembre de 2007

nueva dirección:
http://peregrinaciones.wordpress.com

EARTH (u leave me breathless)

tengo que reconocerlo, lo reconozco:
hoy he vivido una de las mejores experiencias que recuerdo en muchísimo tiempo. Gracias a una noche de sábado en la que se torcieron los planes, he asistido a uno de los más bellos espectáculos de mi vida, y no demasiado lejos: dentro de una sala de cine.
La película Tierra, producida por la BBC, es un cántico a la belleza salvaje, extraña, increíble, a veces cruel, del planeta en que vivimos.
El film es, como la esencia misma de la vida y la naturaleza, agridulce: las alucinantes imágenes, digitalizadas y monotorizadas hasta conseguir efectos casi hipnóticos, las entrañables historias de las madres y sus cachorros que luchan por sobrevivir, la suave cadencia del viaje en el que te sumerges sin remedio, son intercaladas con precisos e inmisericordes recordatorios, incómodos avisos de lo que está pasando y puede pasar, comentarios hirientes e imágenes de las que a veces tienes que apartar la mirada.
Salgo del cine, con las lágrimas todavía frescas en la mejilla, con el corazón galopando fuera de control, pensando, que si lo que querían estos de la BBC era conmoverme, lo han conseguido. EL mensaje de la película, claro, meridiano, resuena en mi cabeza, me obsesiona todo el camino de vuelta a casa: nuestro planeta vive en un perfecto y delicado equilibrio que nosotros nos estamos cargando a un ritmo demencial. EL deshielo de los polos, la tala masiva de los bosques tropicales, la expansión del desierto, el desiquilibrio en el ciclo del agua dulce, el calentamiento de los océanos. (Y bla bla bla). Esta película te ofrece la posibilidad de que toda esa terminología científica se traduzca en historias reales de osos polares que se ahogan en medio de un oceáno derretido, de elefantes que mueren deshidratados en medio del desierto cada vez más abrasador, de ballenas que tienen que recorrer distancias cada vez más grandes en busca del plancton que sólo vive al lado del hielo.
MIentras el documental de Al Gore era una danza de gráficos, cifras, y datos estadísticos, esta película nos muestra la realidad que hay detrás. Las cifras y diagramas que se convierten en seres vivos que sufren, que luchan por sobrevivir (no me puedo quitar de la cabeza la mirada de ese oso polar a punto de morir de cansancio e inanición).
Vuelvo a casa silenciosa y pensativa. En la calle estamos a bajo cero, aunque mañana, seguramente, pueda salir a la calle casi en manga corta. De todas maneras ahora hace frío y siento las manos medio inertes dentro de los bolsillos de la cazadora.
Imágenes del documental vuelven una y otra vez, incesantes, a mi cabeza, y no puedo evitar darles gracias entre susurros a estos genios visionarios que han sabido mostrar lo que ya habíamos visto cientos de veces en la sobremesa de la 2 de una manera...que quita el aliento.
No se si será suficiente, pero cuando llegue a casa, me lo pensaré dos veces antes de encender la calefacción.

lunes, 12 de noviembre de 2007

paranovariar



He aquí el verdadero y genuino HUgo Chávez, desnudando su corazón ante las cámaras.

jueves, 20 de septiembre de 2007

whenever I'm down...

...I call on you, my friend.

(y qué razón lleva la cantante).

No sé ni cómo ni dónde ni cuándo descubrí este video, pero desde luego tiene la virtud de acelararme el corazón cada vez que lo veo, de hacerme sonreír, de llenarme la cabeza de los mejores recuerdos que se puede tener:
tardes de playa, noches de locuras, mañanas de resaca entre risas y aspirina efervescente...

Dentro de poquito se va una de esas personas con las que he compartido alguno de los mejores momentos de mi vida, aunque afortundamente otras muchas se quedan. Y no hace falta que diga quiénes sois porque vosotras lo sabéis...

Yo también tengo la suerte de poder llamar a alguna amiga cuando estoy deprimida...(y de echar desesperadamente de menos ciertos momentos cuando lucho contra la locura, encerrada en la biblioteca).
Espero que os guste el video ;)

lunes, 10 de septiembre de 2007

quien fuera...

No sé por qué de repente me he acordado de esta canción, no sé por qué me he puesto a pensar en este trovador (que no cantante) cuando lo que debería estar haciendo es estudiar macroeconomía.
Será porque esta canción, de suaves cadencias e interminables acordes de guitarra española, es uno de los pocos recuerdos que tengo grabados a fuego en algún rincón del caos de mi memoria. Un recuerdo que huele a cerveza, a tabaco de mala calidad y al incienso del cuarto de mi padre en ciertas tardes (en esas pocas tardes) en que realmente nos comprendíamos uno a otro como si fuéramos (aunque realmente lo somos) padre e hija.
Me decía, con los ojos empañados y la voz algo ebria de emoción y cerveza de lata: Mira Jimena, mira lo que dice, mira qué bonito es: estoy buscando una palabra en el umbral de tu misterio...
quién fuera McCartney para poder inventar una melodía y así poder nombrarte?
¿No es precioso?

Y así se nos iban las horas, investigando en los versos de aquellos poetas que por entonces llenaban de discos de vinilo los estantes abarrotados del cuartito de mi padre.
Y se fueron esas horas en las que mi padre me enseño a buscar la belleza en cualquier sitio, en cualquier situación, y ya se fueron esas horas en las que aprendí que la perfección más absoluta puede hallarse a unos pocos metros de mi habitación.

lunes, 27 de agosto de 2007

¿que es el amor...?

eso, ¿qué es?

¿una mirada cómplice en medio de cualquier sitio, que pronuncia palabras inaudibles para los demás mortales?
¿o es una mirada encendida de deseo y oscuros pensamientos, tan furtiva como breve?

¿una conversación larga y profunda en la terraza de un bar, con una cerveza en la mano, con la complicidad de dos viejos amigos?
¿o unas palabras intrascendentes, insustanciales, dichas al azar sólo para deleitar los oídos con la voz masculina enardecedora?

¿ir cogidos de la mano por el parque, decir palabras bonitas, anticiparse con el pensamiento a la palabra del compañero?
¿o un roce (intencionadamente) casual, en el resquicio de una puerta, en la estrechez de un pasillo, que enciende, que turba, que hace temblar deseando más?

¿es amor un beso experimentado y calculado en ciertos momentos de exigencias del guión, de dos amantes viejos en aquellos lances, delicioso por lo conocido?
¿o es amor un beso como una mordedura irracional, un arrebato incontrolable en el rellano de una escalera clandestina, un desatar de instintos que azota cada uno de los músculos del cuerpo?

¿compartir un helado en medio de una tormenta de verano mientras el silencio intemporal se cuela por los resquicios de las ventanas?
¿o un jadeo interminable entre las sábanas, entre la oscuridad de terciopelo, una caricia infinita y el derretir de dos cuerpos moldeados por el deseo, templados por el fuego de los instintos?

¿hacer un amor tranquilo en una cama conocida, tocar un cuerpo conocido, con palabras tan dulces como conocidas?
¿o esa hoguera cruel que te abrasa los sentidos cada vez que la ropa se desliza acariciando la piel erizada de emoción?
¿esa locura que te arrastra a los propios límites de la dimensión conocida?
¿ese cosquilleo en ciertas partes del cuerpo que se siente cuando intuyes su presencia, cuando aspiras el aroma de su piel en el ambiente?

yo, no lo sé.

domingo, 26 de agosto de 2007

esta es la historia de un sabado...

Noche de nostalgias veraniegas.
Otra noche de verano, esta vez perdida entre los bosques de algún ficticio paraíso en las inmediaciones del las junglas de asfalto y cemento de Madrid.
La brisa corría entre las copas de los árboles, jugueteando con las gotas de rocío que caían silenciosas, como una medio lluvia mortecina.
Estaba a punto de amanecer, en el cielo infinito comenzaban a despuntar los primeros claros del día.
No me gusta ver amanecer.
...un recordatorio cruel de que otro día comienza, de que el tiempo pasa inexorable, de que las noches de verano mágicas en las que todo es posible también terminan. Tal vez era porque me gustaba demasiado la noche, no lo sé, odiaba ver amanecer y moría por ver atardecer.
La brisa vespertina venía acompañada por una suave música de guitarra, por una voz desgarrada que no demasiado bien cantaba el hombre del piano.
Qué recuerdos me trae esta canción- me dije yo, pensando en aquellas noches también de verano en las que alrededor de una hoguera nos creíamos que el tiempo no pasaba por nosotros.
No sólo sentía nostalgia por aquellos años de infancia, ahora tan lejanos, sino también por esa noche de verano que acababa, por aquel verano de mis 21 años que también acababa irremediablemente.
La nostalgia puede venir en cualquier momento y tal como viene se va, pero en ese momento, vivísima y meridiana , me acompañaba, como una fiel compañera de viaje, como una vieja conocida a cuya presencia has terminado finalemente por acostumbrarte.
Otro año comenzará (para nosotros los estudiantes el nuevo año empieza en septiembre y no en enero), y otro verano más que se va.
Y mientras vuelvo a la tienda de campaña (afortunadamente todavía soy lo bastante joven como para no tener remilgos a la hora de dormir en cualquier sitio) me digo que la vida tiene sentido gracias a las noches de verano en las que, interminables e inciertas, la vida corre a borbotones por las venas de una persona con ganas de vivir.

Y como siempre, me sentaré otra vez a esperar con paciencia que el próximo verano llegue lo más pronto posible.